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lunes, 30 de noviembre de 2015

8 diciembre de 2015, día de la Inmaculada e inicio del año Santo de la Misericordia

Inmaculada, F. Zurbarán, 1661
El 8 de Diciembre, día de la Inmaculada, es un día en el que se nos invita a dirigir nuestra mirada a María, este año, además, es la fecha de inicio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, hasta el 20 de noviembre de 2016. También coincide con el Adviento, el tiempo de la espera, tiempo en que anhelamos la venida del Señor como lo hizo María, tiempo en que preparamos nuestro corazón para acoger a “aquel que nos salva”, al único capaz de librarnos de nuestras esclavitud,  y este año llega hasta nosotros con una llamada muy especial: el año Santo de la Misericordia. 
 

     Dios Padre, que se revela a Moisés como un dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad, no ha cesado de manifestar a lo largo de la historia de la salvación, en diversos modos y circunstancias, su naturaleza divina, y cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, en la plenitud de los tiempos, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre, quien lo ve a Él ve al Padre. Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios

   El papa nos recomienda que custodiemos nuestro corazón para estar atentos y percibir cuando la gracia de Dios llega a nosotros, no sea que no la reconozcamos y pase de largo. Debemos estar atentos para comprender el tiempo de Dios, estar preparados para comprender cuando Dios pasa y saber recibirlo por nuestro corazón. De ahí la importancia de “custodiar el corazón de nuestras pasiones”. Y es que tenemos muchas pasiones en el corazón, demasiadas: la soberbia, la ira, el egoísmo, la vanidad, la idolatría a tantos y pequeños ídolos de lo cotidiano que nos absorben, un erróneo sentido de la dignidad personal... Para custodiar el corazón necesitamos eliminarlas y sustituirlas por la humildad, la paz, la serenidad, la pureza, la magnanimidad, la amabilidad. En realidad se trata, dice Francisco dejar espacio a la «humildad, benevolencia, paciencia que sólo mira a Dios y tiene el corazón abierto al Señor que pasa»

     Para aprender a custodiar nuestro corazón nadie mejor que la gran maestra que guardaba todo lo que decía Jesús en su corazón, la Virgen María. Ella es la gran educadora, que decía padre Kentenich, capaz de obrar milagros en nuestra transformación interior, en enseñarnos a ser humildes y crecer en espíritu de servicio como “servidores del Señor”, y si no lo conseguimos Ella nos muestra el camino de la entrega confiada a Dios nuestro Padre y nos enseña a sumergir nuestra miseria en la misericordia de Dios. 
 

     Podemos invitar a María en este Adviento a que nos visite, a que venga a nuestras casas como Virgen Peregrina, ella es también una puerta de la Misericordia de Dios por la que se cuela en nuestras casas para llegar a todos los rincones de nuestro corazón y el de nuestros seres queridos, y que haga de cada uno de nosotros puertas de misericordia para los demás ayudándonos a poner en prácticas las Obras de Misericordia. En María vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importanrtes. En esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hcia los demás, es lo que hace de la Virgen María, un modelo eclesial para la evangelización(1).


(1) Homilia del papa Francisco en el congrteso: "La Virgen icono de la belleza de Dios" Roma, 20 noviembre, 2014, http://santopadrefrancisco.com/francisco-a-las- academias-pontificias-aprendamos de maría.








martes, 8 de septiembre de 2015

Tenemos madre: El lugar de María en mi vida

Nª Sra. de la Soterrana Requena (Valencia)
Hoy, 8 de septiembre se celebra un día especial dedicado a la Virgen María en multitud de poblaciones españolas. En Córdoba es bajo la advocación de la Fuensanta, en Requena (Valencia) se celebra el día de su antigua patrona Nª Señora de la Soterraña. Creo que es un buen día para reflexionar sobre el papel de la Virgen María,  en nuestra vida, en la mía en concreto. 
Nª Sra. de la Fuensanta de Córdoba
Los cristianos “no tenemos derecho, y si lo hacemos estamos equivocados, a tener psicología de huérfanos. O sea, el cristiano no tiene derecho 'a ser huérfano'. Tiene Madre. Tenemos Madre1. Estas palabras del papa Francisco, me llamaron la atención precisamente porque yo, durante mucho tiempo pues...anduve equivocada, anduve huérfana: María no tenía cabida en mi vida. Afortunadamente, la divina Misericordia fue reconduciendo mi vida. Yo me encontraba entre las personas que a penas habían recibido una educación mariana, era muy respetuosa, eso sí, con la Madre de Dios, pero poco devota. Tampoco el pietismo de las devotas me entusiasmaba, estaba desencarnado de la historia. 
 

Bernardino Luini, Madonna y Niño, 1510.
Ahora, me encuentro con muchas personas que desconocen a María. Y no estoy hablando de personas de otras religiones, o de personas ateas. Me refiero a muchos de los que nos confesamos católicos pero que, o bien ignoran a María porque el Evangelio habla poco de ella, o tienen una acendrada piedad hacia la Virgen, pero no rebasan el carácter intimista. Los recelos hacia la figura de María provienen, señala J.A. Pagola, de las deformaciones en la piedad mariana2. En ocasiones la función protectora de María derivó en un proteccionismo que no conducía a un vida más evangélica, otras veces la exaltación materna de María generaba una insana dependencia y un infantilismo religioso. Esta visión de la “madre idealizada”, la “mujer única” bien pudo alimentar un cierto menosprecio de la mujer real y reforzar el dominio masculino. Son reproches, señala Pagola, que se nos hace a los católicos y que no podemos desatender porque empobreceríamos nuestra vida olvidando el “regalo que María puede significar para los creyentes”.

Sassoferrato. Madonna y Niño
El papa Francisco señala la tristeza que le causa esos cristianos que no sólo andan equivocados, sino que, además, presumen de esa carencia. A comienzos del verano de 2014, el papa le confesaba a un grupo de jóvenes en el Vaticano, que “cuando un cristiano me dice que no ama a la Virgen, que no le sale el buscar a la Virgen, a rezarle, me entristece”. Y contó una experiencia que tuvo con un matrimonio de catequistas en Bélgica, casi 40 años atrás. Recordaba a los dos esposos, “profesores universitarios, con hijos, una hermosa familia, hablaban de Jesucristo muy bien. Llegados a cierto punto, les dije: ‘¿Y la devoción a la Virgen?’. A esto, recordó, ellos contestaron que “nosotros ya hemos superado esta etapa. Conocemos tanto a Jesucristo que no necesitamos a la Virgen”. “Y lo que me vino a la mente y al corazón fue: Pero… ¡Pobres huérfanos!”, dijo Francisco3

Yo también pasé por esa etapa, la de los cristianos que sólo ven a María como parte del “resto fiel de Israel” pero nada más, como si no fuese compatible con Cristo. Afortunadamente, mejor dicho, gracias a Dios cambiaría. En mi catequesis de prebautismo siempre me gusta resaltar lo que dice Ansel Grüm4 sobre el óleo de los catecúmenos. Ete aceite de lcuración significa que la fuerza sanante de que el bautizado recbe deCristo es más fuerte que las heridas que el niños sufrirá a lo largo de su vida, que el amor de Cristo se vuelca en nuestras heridas, nos toca con ternura como a los enfermos que tocaba y curaba. En mi historia personal había muchas heridas sin cicatrizar. Creo que la Mater colaboró especialmente con el Señor en tocar con amor y ternura todos aquellos puntos que había que sanar. Y para eso necesitó instrumentos, es decir otras personas que hicieran todo lo que ella no podía hacer, pero que tampoco podían hacer sin ella. Muchas buenas y santas personas ha puesto Dios en mi vida, de algunas ya he hablado5 –y volveré a hablar- y de otras lo iré haciendo.


V. Soureniants, Virgen y Niño
Me sorprendió gratamente conocer el papel de María en la vida de tantos santos, incluso en la vida de nuestros papas más recientes. Padre Kentenich, el fundador de Schoenstatt, profundamente mariano, hizo de María uno de los carismas fundamentales de su movimiento. Padre Kentenich, al hablar del lugar de María en el plan de salvación, nos dice que María da a luz al Cristo histórico, es el camino a través del cual el Hijo de Dios llega al mundo para redimirnos, a través de ella Jesús se hizo presente en la Historia. También Cristo nace en nuestra alma a través de María. Al igual que la segunda persona de la Trinidad asume la naturaleza humana en el seno de María, así también nosotros, en el seno de María, participamos en la naturaleza divina6. Como dice el papa Francisco María es la que ayuda a bajar a Jesús, lo trae del cielo a convivir con nosotros7.

Agnolo Bronzino. María
Si como creyente me fascinan estas palabras de alguien que vivió tan intensamente su relación con María, como padre Kentenich y como está demostrando vivir nuestro papa Francisco, no menos interesante me parece la valoración de Pagola al decir que cuando apartamos a María de nuestra vida, empobrecemos nuestra fe. Y me parece que la dimensión mariana ayuda a la mujer a fortalecer su dignidad. Si Dios ha querido encarnarse en el seno de una mujer, bien podemos decir que “lo femenino es camino hacia Dios y de Dios8 , y cuando se desprecia lo femenino se cierran posibles cauces de acercamiento a Dios que “se nos ha ofrecido en los brazos de una madre”. Una piedad mariana bien entendida asegura en nuestra vida de fe la presencia enriquecedora de lo femenino9.

Velázquez. La Coronación de la Virgen
 
Con María, diría padre Kentenich, “somos arrastrados por ella como por un remolino que impulsa hacia Cristo y hacia la santísima Trinidad10. Con María, aporta Pagola, celebramos “Su fidelidad y entrega a la Palabra de Dios, su identificación con los pequeños, su adhesión a las opciones de su hijo Jesús, su presencia servidora en la Iglesia naciente y, antes que nada, su servicio de Madre del Salvador hacen de ella la Madre de nuestra fe y de nuestra esperanza11.

 
En una ocasión un sacerdote periodista me preguntaba en una encuesta realizada sobre ¿Quien es María para ti?12. Mi respuesta vino a traducir toda la rica vivencia de mi vida como creyente, como mujer, como madre, como hija, de mano de la Mater.

María, para mí, es el icono femenino del proyecto de Dios para el ser humano.

-Con Ella dialogo de todas las cosas, Ellas las lleva al Señor.

-Ella ha abierto la puerta de mi alma al Espíritu para que Él asuma el piloto automático.

-Ella me ha enseñado a ser “esclava de amor”, a ir entendiendo lo que es amar la voluntad del Padre.

-Ella es la que me dispone a salir dispuesta a “visitar a Isabel”, a estar con la gente sencilla, porque casi todos estamos muy mediatizados por nuestras neuronas.

-En Ella he aprendido a “guardar bien las cosas y a meditarlas en el corazón para que el Espíritu me hiciese entender y gozar de la belleza de la vida en Cristo”.

-Ella, confiando en el proyecto de Dios, una muchachita insignificante, fue la mujer más libre y valiente de su tiempo, y nos enseña a serlo.

-Tampoco lo tuvo siempre claro con Jesús, pero día a día el Espíritu Santo la fue iluminando en el misterio de Dios.

Murillo. Asunción de la Virgen
-Es la mujer quebrada por el dolor de la muerte del Hijo, pero que no pierde la fe en el proyecto de Dios, que cree en su Espíritu Santo los “incendiara” de fuego apostólico.

-Ella es el modelo de esperanza escatológica, es la mujer vestida del sol del amor de Dios, y con el dragón a sus pies, porque la muerte, el pecado, el mal, serán vencidos. La resurrección de Cristo me garantiza mi resurrección, la asunción de María es como la certeza humana de que Dios cumple sus promesas.

-Así lo creo, así lo vivo



1 El papa Francisco invita al movimiento de Schoenstatt a trabajar por una cultura del encuentro http://schoenstatt2014.org/es/jubileo-2014/news/el-papa-francisco-invita-al-movimiento-de-schoenstatt-trabajar-por-una-cultura-de-encuentro/
2 José Antonio Pagola. La Madre nos acompaña. http://feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/5782-la-madre-nos-acompana.htmll
3 Francisco. 29 junio 2014. https://www.aciprensa.com/noticias/un-cristiano-sin-la-virgen-y-sin-la-iglesia-esta-huerfano-dice-el-papa-59337/
4 Anselm Grün, El bautismo, celebración de vida. San Pablo, Madrid, 2003.
5 Como don Salvador Domingo, don Pedro Gómez Carrillo. Ya fallecidos. vid De amor, de libertad de Santos. http://conelcorazonenlama.blogspot.com.es/2014/12/de-amor-de-libertad-de-santos.html
6 Textos de P. José Kentenich de 1952, en P. Rafael Fernández. La Alianza de Amor con María. Nueva Patris, 2005, pp. 80-85
7 El papa Francisco invita al movimiento de Schoenstatt a trabajar por una cultura ...
8 Leonard BOFF. El rostro materno de Dios.
9 José Antonio Pagola. La Madre nos acompaña. http://feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/5782-la-madre-nos-acompana.html
10 Textos de P. José Kentenich de 1952, en P. Rafael Fernández. La Alianza de Amor c
11José Antonio Pagola. La Madre nos acompaña. http://feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/5782-la-madre-nos-acompana.html
12 Antonio Gil Moreno. Hija de Sión; una humanidad generadora de esperanza. Conferencia en el aula cultural de san Hipólito. Córdoba. 17 diciembre 2013

jueves, 16 de julio de 2015

MARÍA Y YO. UNA PACIENTE HISTORIA DE AMOR DE LA MATER POR UNA DESNORTADA HIJA

Nª Sra. de los Dolores, s. XVIII Requena

Desconozco cuáles son los recursos mentales por los cuales en la infancia se nos quedan imborrablemente grabados sucesos, palabras, imágenes, que luego afloran en nuestra vida adulta. Lo que sí sé, desde la perspectiva que me brindan mis algo más de seis décadas de vida, que en mi infancia, convertida ya en el “paraíso de la memoria”, se quedó grabada la imagen de la Virgen María bajo tres “retratos” diferentes: la bellísima Virgen del Carmen, la austera y señoral Nª Señora de los Dolores, ambas del templo del Carmen, y la dulcísima María de la iglesia del convento de los padres Claretianos, a donde iba a misa con mi abuela Emilia. Imágenes de la infancia que quedaron sepultadas bajo las intensas capas del polvo del tiempo que fue tejiendo un tapiz de olvido.

Inmaculado Corazón de María, Requena
     Quienes nacimos a mediados del siglo XX crecimos en una sociedad formalmente católica. Mi pueblo no era especialmente religioso, más bien rayaba en la frialdad, ni siquiera recuerdo una intensa devoción mariana, aunque a la Virgen se le dedica la procesión del Viernes Santo por la noche y la ofrenda de flores en las fiestas del verano. Nada parecido, ni remotamente, a la devoción mariana en Andalucía. Más o menos entre los cinco y los nueve años permanecí en la escuela pública de primaria, desde donde recuerdo que salíamos, con nuestros blancos uniformes bien disciplinados, a rezar el viacrucis, en los días previos a la Semana Santa, a la iglesia del Carmen.

Templo de El Carmen, Requena
Ya no recuerdo si fue en esa época o posteriormente, durante el bachillerato elemental que cursamos desde los 9 a los 14 años, cuando nos llevaban a hacer ejercicios espirituales de Cuaresma al colegio de las monjas de Nª Señora de la Consolación, en los cuales se rezaba el rosario, pero del que yo vagamente recuerdo una letanía que se me hacía larguísima. En el bachillerato, la religión era una asignatura “fuerte” o por lo menos tuvimos un profesor que realmente hizo que aprendiéramos historia sagrada. Sin embargo, el fin de nuestra infancia y los comienzos de la inquieta adolescencia fueron paralelos al Concilio Vaticano II y, en nuestra juventud, experimentamos la misma confusión y desnortamiento religioso que muchos, incluidos religiosos y sacerdotes. En consecuencia, en aquellos momentos claves de mi formación, como persona y como creyente, no solo no arraigó ningún tipo de piedad o devoción mariana, sino que me inundó el aniconismo imperante en un postconcilio mal digerido. Es decir, desaparecieron las imágenes de las iglesias y con ellas las de la Virgen María, nos quedamos con “la sola cruz”, con la excepción de alguna imagen patronal más o menos venerada.

Los comienzos de mujer joven se desarrollaron en un ambiente universitario ya muy impregnado de laicismo y anticlericalismo, lo que, unido al predominio cultural de la izquierda, las dudas que la historia de la Iglesia me generaba, y que no encontré en aquel momento quien me las aclarase bien, contribuyeron a que yo dejara toda práctica religiosa y abandonase la Iglesia durante unas dos décadas, de los veinte a los cuarenta años. No obstante, he de admitir que, incluso en los largos años de la soberbia intelectual, supuestamente agnóstica, en la que me había convertido, la procesión de la Soledad en la noche del Viernes Santo en mi pueblo era algo tan irremediablemente atrayente que acababa en ella, incluso llevando las andas de la Mater Dolorosa. Cuando finalmente dejábamos a la Virgen de nuevo en el templo del Carmen, aquella salve, cantada en latín por todas las mujeres del pueblo, me estremecía hasta la saciedad porque me recordaba las muchas veces que de pequeña asistí a esa misma ceremonia, amparada en la confortable mano de mi madre o de mi abuela. Claro que el impacto emocional, de las muy ocasionales visitas a mi pueblo en Semana Santa, no daba lugar a conversión alguna. Al menos de momento. Aunque tal vez la Virgen guardó cada uno de aquellos momentos en su corazón de Madre y esperó pacientemente mi retorno. Me gusta pensar que fue como en una película que vi de niña, Promesa rota[1].

Mater de Schoenstatt
     Mucho tiempo transcurrió hasta que la Mater entró a saco en mi vida. Y aun así, pasó bastante tiempo hasta que la “redescubrí” y la fui tomando como modelo de vida hasta firmar un Alianza de Amor con ella. Pero tardé. Hoy diría que la Mater me había ido dando pequeños toques de atención, pero, sinceramente, no me enteraba. Hoy me gusta recordar todos aquellos pequeños reclamos porque es como constatar que, pese a mi abandono y mi alejamiento, la Virgen nunca estuvo lejos de mí, y esa experiencia puede servir a tantas otras personas que andan por ahí tan desnortadas como anduve yo.


     Mi retorno a la Iglesia se realizó en ambientes cristianos progresistas muy comprometidos con la dimensión social de la fe, en los que la Virgen María no era más que parte del “resto fiel de Israel”, mostrando un cierto desconocimiento de algo que el tan admirado Concilio Vaticano II sí había dicho, y era que la auténtica devoción mariana “no consiste en un afecto estéril ni transitorio, ni en vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, por la que somos conducidos a conocer la excelencia de la Madre de Dios y que nos mueve a un amor filial hacia nuestra madre, y a la imitación de sus virtudes”(Lumen Gentium 67). Pero esto no parecía interesar mucho a los católicos progres y, a fuerza de sinceridad, diré que, en aquellos momentos, a mí tampoco.

     Cierto que los excesos de la devoción mariana habían contribuido más a un apartamiento de Cristo que a un acercamiento y que el culto popular mariano posiblemente se había pasado un poco otorgándole una devoción a María que únicamente se debe a Dios. Recuerdo que, ya en Córdoba y no hace mucho, un día escuché a una persona decir una frase que me hizo parpadear varias veces. Era una mujer realmente devota de la Virgen y merecedora de innumerables gracias por su parte, le oí decir: “...Pues yo no sé quién manda más allí arriba, si Dios o la Virgen”. Creo que le puntualicé algo sobre Dios y sobre la Virgen, al fin y al cabo estaba estudiando teología, pero creo que la señora tampoco me prestó mucha atención.


Iglesia de San Miguel, Córdoba
     Pese a la intensa actividad social, yo tenía cada día más sed de algo que no podía definir. Luego vino un tiempo de cristificación de mi vida. El Señor ya me había atrapado de nuevo en sus redes y fue poniendo personas a mi lado que me iban a reconducir inequívocamente hasta él. Viene a mi memoria la tarde en la que, en la sacristía de San Miguel, le pregunté al sacerdote con el que solía hablar con bastante frecuencia: “Don Pedro[2], ¿y la Virgen María?”. “No te preocupes, hija”, me respondió, “que el Señor te la traerá. Al revés que casi todo el mundo, a quien María lleva a Jesús, a ti el Hijo te va a traer a su Madre”. Y así fue.



     Un día, durante unos ejercicios espirituales en un viejo monasterio románico perdido entre montañas, conocí a un obispo al cual oiría hablar con tal ternura y devoción de la Virgen que no dejaba de darme una cierta envidia. Y le confesé mi pobre vivencia mariana. “Pero, ¡¡¡hija mía, cómo es posible que no ames a un ser tan dulce!!!”, me dijo muy asombrado. Poco después me regaló un rosario que, evidentemente, yo no sabía cómo utilizar. Todavía tardé un poco en usarlo, pero todo llega.

Santuario Virgen Peregina de Schoenstatt
Fue una tarde de invierno. Comenzábamos el segundo semestre del curso 2007-2008 en el Instituto de Ciencias Religiosas “Victoria Díez de Córdoba”. Era el primer día de clase en una asignatura denominada “Espiritualidad de las formas de vida consagrada”, el profesor, un sacerdote con hábito blanco, que no conocíamos de nada, depositó en la mesa, junto a sus papeles de clase, una diminuta imagen de una Virgen, igualmente desconocida, en algo que parecía un pequeño portarretrato[3]. No tardamos mucho en preguntarle qué era “eso”. El padre nos dijo que era la imagen de la Mater Admirabilis de Schoenstatt y nos contó la historia. Aquella noche, cuando llegué a casa, me metí en el ordenador a buscar aquella palabra tan rara. Averigüé que había dos santuarios en Madrid y allí me presenté un fin de semana en el que fui a ver a mi hija. 
Santuario Virgen Peregina de Schoenstatt en Madrid
Entré en una capillita de reducidas dimensiones en la calle Serrano, ¡estaba tan bien allí dentro que no quería salir! Me sorprendió el “confort” que me generaba. Cuando salí se me ocurrió enviarle un mensaje al móvil al profesor que nos había hablado de ella. Debió de sorprenderse porque me contestó: “Hija, ¿qué haces ahí?”. Creo que en aquel momento la pregunta la encontré fuera de lugar. “Que qué hago aquí, pues… que lo busqué en Internet, lo encontré y vine”. No me contestó, posiblemente él si sabía algo que yo ignoraba. Que la Virgen por fin me había “atrapado”.
     Algunos meses después una persona muy querida se alejaba de Córdoba, tenía trabajo en otro lugar. Sentí un tan desconsolado dolor que, pese a lo dura que soy para las lágrimas, lloré amargamente y maravilla de las maravillas, por primera vez en mi vida sentí que la hermosísima Virgen María me consolaba como una verdadera Madre. A partir de ahí todo cambió. Pero eso ya es otra historia.




[1] Promesa rota (The miracle). Película norteamericana de 1959 dirigida por Irving Rapper e interpretada por Carroll Baker (Teresa), Roger Moore (Capitán Michael Stuart) y Vittorio Gassman (Guido). Música de Elmer Bemstein.
[2] Don Pedro Gómez Carrillo (1941-2012), párroco entonces de la parroquia de San Miguel, en Córdoba.
[3] Se trataba de un pequeño santuario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt.

martes, 24 de marzo de 2015

MARIA Y EL PODER DE DIOS

Jacopo da Carucci Pontormo
Anunciación . (1527)

En muchas ocasiones cuando hablamos con personas no creyentes sobre Dios y quieren irse por la tangente nos interrogan, al menos a mí me ha sucedido que me espetan sobre el tópico de que si Dios es todopoderosos por qué no evita el mal de los inocentes, los desastres de la naturaleza y todo eso que ya conocemos. Se les puede dar muchas contestaciones, pero me voy a centrar en un precioso texto de un santo del siglo XIII sobre el poder de Dios, que me ha gustado especialmente(1). Se trata de uno de los Sermones de San Ivo, obispo de Chartres que vivió aproximadamente entre los años 1040 y 1116, en el que dice que “Nada hay imposible para Dios”. Para el santo francés el designio redentor de Dios está formado de bondad y poder. Bondad porque el Señor del universo vino a buscarnos revestido de una envoltura tan frágil y limitada como la nuestra, de este modo pudo sufrir con nosotros y por nosotros. Y poder porque no hay poder más grande que el de hacer concebir a la Virgen en contra de las leyes de la naturaleza, y después de la muerte devolver una naturaleza mortal a la gloria de la inmortalidad (2).

 
Mikhail Nesterov - Anunciación (1911)
El papa Francisco nos dice que no se puede entender a Jesús sin su Madre, y en este día de la Encarnación es un buen momento para meditar aquel Fiat que le dio María al ángel Gabriel. La Virgen es la mujer de fe que dejó que Dios entrara “a saco” en su corazón, en su vida, en sus proyectos, con su “hágase en mí según su palabra” hizo que Dios, a través de una humilde existencia humana entrase personalmente en el surco de la historia de la salvación. La carne de Cristo, que es el eje de la salvación, se ha tejido en el vientre de María, en ella el Verbo eterno adquiere un rostro humano, para que todos podamos contemplarlo(3).

Vasily Surikov. Anunciación (1914)
No es sólo que los no creyentes nos interroguen, muchas veces, sobre el poder de Dios, sino que también a lo largo de nuestro camino de conversión nos hemos preguntado muchas veces, al menos yo:¿Cómo es posible?. Pregunta que surge instintivamente, bien cuando leemos alguno de esos pasajes de la Biblia que nos parece van contra toda lógica -mi lógica, la lógica humana claro-, bien cuando algo personal me sucede -en lo material o en lo espiritual- y que va contra todo pronóstico, contra toda lógica. María también le preguntó al ángel Gabriel, ante un anuncio “tan raro humanamente” como el de que va a concebir a alguien que se llamará Hijo del Altísimo...: “¿Como sera eso, pues no conozco a varón?”(Lc 1,26-38).

Arthur Hughes. Anunciación (1857) 
Pues sí, para Dios no hay nada imposible, pero necesita de nuestra colaboración. Sin mi “sí”, Dios no puede hacer nada en mí. María fue el instrumento que Dios eligió para comenzar la obra redentora de Jesús, con su Fiat permitió, como dice san Ivo, que su seno se “convirtiese en la puerta del cielo, por la cual Dios desciende a la casa de los hombres para hacerlos subir al cielo”. Si yo dejase, de verdad, que Dios también entrase “a saco en mi vida” conseguiría algo casi imposible: renunciar a esta enfermiza voluntad propia para exclamar el “hágase en mi según tu palabra” y poder llevar un poco de cielo a la vida de los otros. Entonces sí podría cantar a pleno pulmón, con toda el alma el Magníficat, pues Dios habrí hecho maraavilla en mí haciendo que yo reflejae a Jesús. Entonces yo, como María, podría colaborar a la construccion del reino de Dios en este mundo, podría reflejar la ternura y el amor de un Padre que nos ama con locura, podría demostrar el poder de Dios que de un barro delezneable hace de mí una vasija de fina porcelana para albergar y derramar el exquisito perfume del amor de Jesucristo. Para Dios no hay nada imposible. Cierto que también hoy estas palabras a muchos le sonarán a debilidad y locura. Posiblemente a los "sabios y entendidos" en todas esas ciencias que posponen al ser humano en beneficio de unos pocos.

Reproduzco el fragmento del sermón de San Ivo, para gozar con su lectura y mejor comprensión.

«Nada es imposible para Dios»

Rogier Van der Weiden. San Ivo. 1450
Celebramos hoy la admirable concepción de Jesús por la Virgen. Celebramos el comienzo de nuestra redención y anunciamos el designio de Dios, formado de bondad y poder. Porque si el Señor del universo hubiera venido en busca de sus siervos perdidos para juzgarlos y no para mostrarles su bondad, jamás se habría revestido de esta envoltura frágil y limitada (Gn 2,7) en la cual pudo sufrir con nosotros y por nosotros.

A los paganos esto les parece, tomando palabras de san Pablo, debilidad y locura (1Co 1,23.25), porque se fundan en el razonamiento de la vana filosofía y forman juicios sobre el Creador a partir de las leyes de la creación. ¿Existe una obra más grande de poder que la de hacer concebir a la Virgen, en contra de las leyes de la naturaleza? ¿Y, después de haber tomado nuestra carne, devolver una naturaleza mortal a la gloria de la inmortalidad, pasando por la muerte? Por eso el apóstol dijo: "La debilidad de Dios es más fuerte que el hombre "(v. 25)...

Hoy el seno de la Virgen, se convierte en la puerta del cielo, por la cual Dios desciende a la casa de los hombres para hacerlos subir al cielo.



(1) Encontrado en la revista Magnificat, como meditación para el 25 de marzo. Magnificat, 136 (marzo 2015), pp.374-375).
(2) San Ivo de Chartres (c.1040-1116), obispo. Sermón 15 ; PL 162, 583)(http://evangeliodeldia.org/main.php language=SP&module=commentary&localdate=20120326).
(3) Papa Francisco. Homilía en la fiesta de María Santísima madre de Dios. 1 de enero de 2015. http://www.zenit.org/es/articles/texto-completo-de-la-homili-a-del-papa-en-la-fiesta-de-mari-a-santi-sima-madre-de-dios.

miércoles, 18 de marzo de 2015

MARIA, MUJER DEL DOLOR Y DE LA ESPERANZA

Leía, en los inicios de la Cuaresma de 2015, un decálogo de reflexiones para preparar el camino hacia la Pascua y que incluía la contemplación de diez personajes significativos de la Cuaresma, entre ellas María de Nazaret (1). Una figura que, en el camino cuaresmal, aparece discretamente, casi de puntillas, como un caminante más, pero que es el modelo de quien ha recorrido el camino hacia la Pascua, como lo recorrió su Hijo, como lo tenemos que recorrer nosotros, los que queremos seguir a Jesucristo(2)


Cuando el Miércoles de Ceniza, que abre el tiempo de Cuaresma, el Papa Francisco nos decía: "Fortalezcan sus corazones” (St 5,8), nos invitaba a abrirnos a la presencia del Dios vivo, a anhelar que Jesús sea, realmente, el centro de nuestra vida, nos convidaba a emprender la tarea de preparar nuestro corazón para poder acompañar y contemplar a Jesús. Y para esta tarea no hay mejor maestra que María, ella es la que nos ayuda a encontrarnos en nuestra vida concreta con el Señor, porque "Cristo y su Madre son inseparables: entre ellos hay una estrecha relación, como la hay entre cada niño y su madre”. Son inseparables, nos explicaba el papa Francisco, porque la carne de Cristo, que es el eje de la salvación, se ha tejido en el vientre de María, y porque María, elegida para ser la Madre del Redentor, ha compartido íntimamente toda su misión, permaneciendo junto a su hijo hasta el final, en el Calvario(3). En esta misma dirección apunta el Padre Kentenich cuando nos muestra a María como "la compañera y colaboradora permanente de Cristo, cabeza de toda la creación, en su obra de la redención universal”. 
 

La Virgen María es nuestro modelo de creyente que medita y escucha la Palabra de Dios, que hace un camino de fe y de subida a Jerusalén(4). En el plan salvífico de Dios están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa (Lc 2, 34-35). Así como Cristo es el "hombre de dolores", anunciado por el profeta Isaías (Is 53,3), por medio del cual se ha complacido Dios en "reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz" (Col 1,20), así también María es la "mujer del dolor", que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión. Ya desde los primeros momentos, la profecía de Simeón anuncia que la misión de Jesús irá acompañada de hostilidad y persecuciones, y toda la vida de María, siempre junto a su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada (Lc 2,35)(5). Ella vivió los gozos y las sombras de la existencia humana, ofrendó su vida vida entera a la causa de Jesús y de su Reino, y supo permanecer fiel y firme junto a la cruz. El papa Francisco nos dice que María, participó del camino del Hijo, y en ese camino aprendió, sufrió, obedeció, por eso al pié de la cruz, cuando Jesús dice a Juan: “he ahí a a tu madre”, María es ungida como madre, se convierte en Madre(6)


Desde entonces, la Madre del Crucificado, es también la Madre solidaria de todos sus hijos crucificados, Jesús nos la dio desde la cruz (Jn 19, 25-27)(7), por eso María está al pie de la cruz de nuestros hermanos enfermos, ancianos, parados, inmigrantes, perseguidos, victimas del odio de quienes predican la violencia y la muerte en nombre de la religión, inmolados a la avaricia de quienes predican la paz fabricando armas. Y en el corazón de esta mujer, que vio morir a su Hijo, cabe “todo el dolor del mundo violentado porque cabe toda la Esperanza de la vida resucitada de la que ha sido testigo privilegiado”(8), como nos enseñó san Juan Pablo II(9).

Dice Santa Angela de la Cruz que mucho dolor causó a nuestra Santísima Madre la profecía de Simeón, pero se dejó clavar la espada con la cual la voluntad de Dios la distinguía y ahora su gloria nos deslumbra. Ahora es para nosotros modelo a seguir en la conformidad con la voluntad de Dios, lo mismo en lo próspero que en lo adverso, en el dolor y en la esperanza. La Virgen María nos conduce hasta la gloria y nos acompaña cargando con la cruz y con los dolores de cada día. Ella es la compañera de ruta, Ella testimonia la fuerza decisiva de saber estar en el lugar en el que debemos estar. María nos ayuda a permanecer al pie de la cruz de nuestros hermanos y a saber acompañarlos con nuestra presencia y amor cercanos en sus vías dolorosas, pero también a confiar en el Señor de la vida. 

La resurrección de Jesucristo nos garantiza que Dios tiene la última palabra, que el pecado y la muerte serán vencidos. El papa Francisco nos dice que María cantó el Magníficat, el cántico de la esperanza, el cántico del Pueblo de Dios que camina en la historia, porque “esperanza es la virtud del que experimentando el conflicto, la lucha cotidiana entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal, cree en la resurrección de Cristo, en la victoria del amor”. “Es el cántico de tantos santos y santas, algunos conocidos, otros, muchísimos, desconocidos, pero que Dios conoce bien: mamás, papás, catequistas, misioneros, sacerdotes, religiosas, jóvenes, también niños, abuelos, abuelas, estos han afrontado la lucha por la vida llevando en el corazón la esperanza de los pequeños y humildes”(10).


(1) Jesús de las Heras Muela. Diez decálogos y meditaciones de Cuaresma: Todo ante la Cuaresma 2015 (18 febrero/2 abril 2015). http://www.revistaecclesia.com/diez-decalogos-y-meditaciones-de-cuaresma-todo-ante-la-cuaresma-2015-18-febrero2-abril-201
(3) Papa Francisco, Homilía 1 de enero de 2015.
(6)http://www.aleteia.org/es/religion/articulo/papa-francisco-dos-grandes-mujeres-nos-acompanan-maria-y-la-iglesia-5309876196605952
(7) Jesús de las Heras Muela. “La Virgen de los Dolores es Santa María de la solidaridad”. ECCLESIA. 15 de septiembre de 2007. Jesús de las Heras Muela. Diez decálogos y meditaciones de Cuaresma: Todo ante la Cuaresma 2015 (18 febrero/2 abril 2015)...
(8) Trinidad León. “María, la mujer”, en Caminos de liberación, 171 (2015), p.15.
(9) El carácter único especial de la presencia de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la cruz (cf. Jn 19,25) y en el cenáculo en Pentecostés (cf. Hch 1,14), parecen postular su particularísima participación en el misterio de la Resurrección. María, al acoger a Cristo resucitado, es también signo y anticipación de la humanidad, que espera lograr su plena realización mediante la resurrección de los muertos. Juan Pablo II. María y la resurrección de Cristo Catequesis 21 mayo 1997 http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1997/documents/hf_jp-ii_aud_21051997.html