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viernes, 30 de agosto de 2013

La Asunción de María, criatura humana como nosotros, al lado de Cristo fortalece nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor.

B. Esteban Murillo, La Asunción, 1670
Museo Hermitage, San Petersburgo

      En el mes de agosto se mantiene en España una fiesta que todavía tiene el rango de nacional, es la celebración de la Asunción de la Virgen María. Fiesta grande para tantos y tantos pueblos de nuestra geografía en los que todavía pervive la tradición mariana, aunque para mucha gente ya se ha perdido el significado de la Asunción. Esta es la razón por la que me inclino a comentar sobre ella, aunque me haya distanciado en el tiempo, en su momento leí algunas reflexiones sobre la Asunción que me parecieron muy interesantes para la comprensión de nuestra fe. Por un lado en Asunción de María podemos contemplar el primer éxodo de la creación hacia el Creador, además se fortalece nuestra esperanza escatológica, y en una preciosa reflexión sobre las moradas, Benedicto XVI nos hace ver que en Dios hay espacio para el hombre, pero también en el ser humano hay espacio para Dios.


La Asunción. En María se ha realizado el primer éxodo de la creación hacia el Creador[1]


Koimesis. La muerte de la Virgen, 
Mosaico de San Salvador in Chora, Estambul. S. XIV
     La fiesta de la Asunción de la Virgen María podemos verla, nos invita el padre Rupnik, como una parábola donde se va realizando el designio de Dios sobre el hombre. Dios sopla sobre el barro su Espíritu y crea al ser humano. Mediante el Espíritu se le ha abierto al hombre el camino a la vida en Dios. La fiesta de la Asunción es presentad en el Oriente cristiano como la Dormición de María, en su entorno los apóstoles ven el cumplimiento de la vida de María en el amor de Dios. Ella que engendró en la carne al Hijo de Dios, ahora es acogida por el Hijo para la vida eterna. El amor de Cristo nos hace íntegros, razón por la cual la Madre, mediante el Hijo, vive íntegramente en Dios. En ella se ha realizado el primer éxodo de la creación hacia el Creador[2].

Fortaleciendo nuestra esperanza


  La Virgen María goza en cuerpo y alma de la visión de Dios, esta afirmación dogmática contribuye a afirmar nuestra fe en Jesucristo y confirma nuestra esperanza escatológica. En nuestra escuela de María vamos contemplando la peregrinación de María junto a Jesús en el transcurso del tiempo terreno, en la fiesta de la Asunción
Fra Angélico, La dormición de la Virgen, 1434-35,
Convento de San Marcos, Florencia
podemos elevar los ojos al cielo para contemplarlos en una relación diferente pero en continuidad con lo que fue en la tierra[3].

F. Botticini, La Asunción de la Virgen, 1475 
     El camino que recorrió María es el mismo que tenemos que recorrer nosotros, sólo que dotada de una gracia especial, María es la llena de gracia, Dios la ama singularmente y, como ocurre con el amor de Dios, en María se derrama hacia los demás[4]. María llevó en sus entrañas al Hijo de Dios, por disposición divina, por su unión con Cristo en la obra de la redención, hoy sigue a su lado. 

Fra Angelico, Coronación de la Virgen,
 Galeria dei Uffici,
     Al contemplar el misterio de la Asunción y ver a María, criatura humana como nosotros, al lado de Cristo nos lleva a pedir, nos dice el padre David Amado, como en la oración colecta de la misa de ese día que “lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo”. María ya participa de la resurrección de Cristo, y su victoria sobre la muerte se encuentra en la fe de María, como nos indicaba el papa Benedicto XVI. 

Ghuirlandaio, Coronación de María
     La asunción de María nos lleva a no perder de vista lo que profesamos en el Credo, la resurrección de la carne, y de la que parece nos olvidamos en el cotidiano vivir al dejarnos sumergir en una cultura materialista donde el egoísmo ensombrece el horizonte último de nuestra existencia. La resurrección supone estar para siempre con Cristo y eso supone, a su vez, que aquí en la tierra tenemos que estar abiertos al amor de Dios y al de los hermanos[5].

En Dios hay espacio para el hombre y en el hombre hay espacio para Dios.


 
D.  Velázquez, La Coronación de la Virgen, 1635
Museo del Prado, Madrid
    
 En la homilía de la Asunción de 2012 el papa Benedicto XVI nos llevaba a cuestionarnos qué aportaba a nuestra vida, a nuestro caminar, la Asunción de María. Y en un primer momento nos hizo ver que en Dios hay espacio para el hombre. Dios mismo es la casa de tantas estancias de la que nos habla Jesús, Dios es la casa del ser humano, en Dios está el espacio de Dios. Y María, que siempre estuvo unida a Dios, no se aleja tras su muerte a una galaxia desconocida, sino que va a Dios y unida a Dios permanece cerca de nosotros, porque Dios está cerca de todos nosotros, de cada uno de nosotros. María está cercana, puede escuchar, puede ayudar, está próxima a todos nosotros.


Rafael Sanzio, la Coronación de la Virgen
     Pero también el papa Ratzinger nos iluminó otro aspecto, y es que no solo en Dios hay espacio para el hombre, sino también que en el hombre hay espacio para Dios. Y esto lo vemos claramente en María, ella es el Arca Santa que lleva la presencia de Dios. En nosotros hay espacio para Dios y esta presencia de Dios, que se realiza en la fe, es importantísima para iluminar al mundo en su tristeza, en sus problemas: en la fe abrimos las puertas de nuestro ser para que Dios entre en nosotros y nos vivifique. En nosotros hay espacio para Dios y si nos abrimos como María, con un rotundo “Hágase tu voluntad, yo soy la sierva del Señor”, no perdemos nada. Al contrario: nuestra vida se enriquece y se hace grande [6].


    De este modo en la Asunción de María se combinan la fe, la esperanza y el amor. Esperamos un mundo mejor, aunque no sepamos cuando llegará, pero tenemos una esperanza segura y es que Dios nos espera, no vamos en el vacío, sino que somos esperados. Dios nos espera y encontramos, yendo al otro mundo, la bondad de la Madre, encontramos a los nuestros, encontramos el Amor eterno. Dios nos espera: esta es nuestra gran alegría y la gran esperanza que nace justo de esta Fiesta. María nos visita, y es el gozo de nuestra vida y el gozo es esperanza



[1] Vid. Rupnik, Marko I. SJ. “Un Minuto para el Evangelio”. En Magnificat, el mensual de la oración de la Iglesia, 117 (agosto 2013) 202.
[2]  Ibíd.
[3] Amado Fernández, David, “Palabra de Dios para la Asunción de la Virgen María”, en Magnificat, el mensual de la oración de la Iglesia, 117 (agosto 2013), 195
[4] Ibíd.
[5] Ibíd. 196
[6] Cf. Benedicto XVI, Texto de la homilía en la solemnidad d la asunción de la bienaventurada Virgen maría: 15.08.2012-Catelgandolfo. http://www.news.va/es/news/benedicto-xvi-en-la-fiesta-de-la-asuncion-nos-recu (Consultado 21 julio 2013).



















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