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martes, 26 de noviembre de 2013

LA VIRGEN MARÍA, LA GRAN EDUCADORA: DEL PADRE KENTENICH AL PAPA FRANCISCO

1. Redescubrir a María unida a Cristo Jesús y a la Iglesia.


Detalle de la cruz de la unidad de Schoenstatt, 
que traduce la íntima  unión de Cristo y María
l
     Decimos que España es tierra de María, que Andalucía es tierra de María, sin embargo la imagen que tenemos de la Virgen es muy incompleta. Habitualmente la Virgen María es la madre del cielo a la que le pedimos favores o que soluciones nuestros problemas. Eso en sí no es erróneo porque el Señor nos concede lo que le pedimos a través de María si eso está en el plan de Dios, pero no siempre la piedad mariana desemboca en un encuentro con Cristo que transforma la vida del cristiano. Cuando Cristo desde la cruz nos entrega a su madre no es solo para que nos soluciones problemas, sino también para que ella nos eduque y nos lleve a Jesús. En consecuencia, si queremos reencontrarnos con la Virgen tenemos que ampliar el conocimiento sobre ella para comprender por qué Dios Padre nos la da través de su Hijo Jesús. Si queremos relacionarnos de otra manera, que nos diga algo, que nos de respuestas vamos a encontrarla unida a Cristo Jesús, ligada a la Iglesia, y sintiéndonos sus instrumentos[1].

María y el Espíritu Santo, detalle de la
Anunciación, Fray Filippo Lippi
      Pablo VI señaló la necesidad que los ejercicios de piedad, en los que los fieles expresan su veneración a la Virgen, manifestasen con claridad el puesto que María ocupa en la Iglesia,la veneración a María debía abrirse a perspectivas eclesiales, y a los pastores correspondía que los textos de la piedad cristiana expresasen con mayor nitidez la acción vivificadora del Espíritu Santo, la misteriosa relación existente entre el Espíritu Santo y la Virgen de Nazaret, con ello se lograría una piedad más intensamente vivida[2].


2. María como educadora en los textos del Vaticano II y de los papas. De Pablo VI a Francisco.

Papa Pablo VI
     María está presente en numerosos textos del concilio Vaticano II, pero para centrarnos en su misión de educadora nos referimos a la Constitución Apostólica Lumen Gentium número 63, que nos dice que la Virgen, quien por su maternidad divina esta unida al Hijo Redentor, y por sus singulares dones y gracias está unida a la Iglesia, dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos (Rom 8,29); a saber los fieles, “a cuya generación y educación coopera con materno amor”. Hemos visto como el papa Pablo VI se esforzó en aportar a la Iglesia una renovada y más completa imagen de María en la exhortación apostólica Marialis Cultos[3].

Y Juan Pablo II retoma, en Redemptoris Mater, el texto paulino y el conciliar para decirnos que cuando alzamos los ojos hacia la Virgen María, en cualquier lugar del mundo, es precisamente por eso, porque María dio a luz al Hijo de Dios, y porque coopera con amor materno a la “generación y educación” de esos hermanos y hermanas, que somos todos los fieles hijos de la madre Iglesia[4]


Juan Pablo II ante la imagen 
de la Virgen de Guadalupe
En la catequesis sobre María, el Papa Wojtila señalaba que María, madre del Hijo de Dios, lo engendró en su naturaleza humana y educó con su amor materno, contribuyendo al crecimiento humano de la persona divina, de Cristo[5], y eso le permite educarnos y modelarnos, con la misma diligencia, hasta que estemos plenamente configurados en Cristo. Esta acción de María se fundamenta y subordina a la acción de Cristo, es decir que nuestra devoción a María favorece, y de ninguna manera impide, la unión de los creyentes con Cristo, como ya señaló el Vaticano II[6]. Juan Pablo II experimentó en su vida de tal modo esa relación de María con Cristo que hizo de él la base de su lema episcopal Totus tuus[7]. Un lema que, a su vez, está inspirado en la doctrina de san Luis María Griñón de Monfort, para quien la devoción a María es la que más consagra y conforma un alma a Jesucristo[8]. El papa Juan Pablo II puntualizaba que donde más profundamente unidos se encuentran los caminos de Cristo y de María es en el Rosario. ¡María no vive más que en Cristo y en función de Cristo![9].

Y en esta faceta de María como educadora del Hijo de Dios queremos detenernos de la mano de Juan Pablo II. Como a todo ser humano el crecimiento de Jesús, desde su infancia hasta la edad adulta, requirió la acción educativa de sus padres. El evangelio de Lucas nos muestra que Jesús se hallaba sujeto a José y a María, estaba abierto a la obra educativa de ambos.
Sagrada Familia (1660-1670)
Museo Hermitage, Sampeterburgo

Dios había colmado a María de dones especiales que la hicieron especialmente apta para desempeñar su misión de madre y educadora, en ella Jesús pudo encontrar un modelo a seguir e imitar y un ejemplo de amor perfecto a Dios y a los hermanos. Jesús contó también con la figura paterna de José quien cooperó con María al crecimiento y maduración personal del Salvador de la humanidad, luego le enseñó el oficio de carpintero con lo que le permitía insertarse en el mundo del trabajo y en la vida social. María encontró en la psicología humana de Jesús un terreno muy fértil, y si bien la acción educativa de María estaba dirigida a un hijo tan singular, lo cierto es que ayudó a Jesús a crecer “en sabiduría, en estatura y en gracia” y a formarse para su misión[10].

El papa Francisco con una imagen de la Virgen 
El Papa Francisco también incide en la faceta educadora de la Virgen y nos dice que "María como buena madre nos educa a ser, como Ella, capaces de tomar decisiones definitivas, con aquella libertad plena con la que respondía "si" al plan de Dios para su vida"[11]Este florecimiento de la pastoral y pedagogía marianas en la Iglesia de hoy parece responder a una iniciativa del Espíritu Santo, que quiere colocar a la Santísima Virgen más y más en primer plano[12]. El Papa Juan Pablo II dijo que, después del Concilio Vaticano II (1959-1965), el culto mariano parecía destinado a desarrollarse en armonía con la profundización del misterio de la Iglesia y en diálogo con las culturas contemporáneas, para arraigarse cada vez más en la fe y en la vida del pueblo de Dios peregrino en la tierra[13].
    A ese desarrollo armónico del culto mariano con el misterio de la Iglesia y con la cultura contemporánea he querido contribuir destacando esa faceta educadora de la Virgen, a la que vengo haciendo referencia, pues si bien he recogido palabras del concilio Vaticano y de los papas sobre ella, ahora quiero destacar el pensamiento de un profeta del siglo XX el padre José Kentenich, que se adelantó en muchas décadas a presentarnos a María como madre y educadora.

3. El Padre José Kentenich, adelantado de su tiempo.

P. J. Kentenich joven
     En octubre de 1912 el padre Kentenich, Fundador de Schoenstatt, decía que “Bajo la protección de María queremos educarnos a nosotros mismo”, y en octubre de 1914, consciente que sólo con la autoeducación no se podía avanzar mucho, sino que había que incorporar a la Virgen “más fuertemente como educadora en la Familia”, le pide la María: “Tú tienes que tomar nuestra educación en tu mano”[14]. Este revelar a la Santísima Virgen como nuestra Educadora es uno de los aportes más claros que padre Kentenich regala a la Iglesia. La Virgen es nuestra Madre en la fe, y si ella es verdadera Madre su tarea consiste en educarnos para que Cristo nazca en nosotros y tome forma en nosotros. Nuestra tarea consiste en hacer crecer el amor a la Virgen María, no solamente por el amor natural de madre, sino hacer comprender que “ser madre” es ser colaboradora permanente de Cristo[15].

P. José Kentenich, 
fundador de Schoenstatt
     Siguiendo al padre N. Schwizer, podemos afirmar que el Padre José Kentenich, estaba profundamente convencido que nuestro siglo y los tiempos futuros pertenecerían a María. Ya en el año 1951 expresaba, de forma concisa que lo mariano constituye un poder gestador del futuro, que la Iglesia en las nuevas playas va a ser tan marcadamente mariana, como en aquellas fechas no podían imaginarlo. Tras el Concilio Vaticano II y el mensaje mariano de Juan Pablo II, aquellas palabras ya no parecen exageradas, y la Iglesia en el futuro va a estar hondamente marcada por la presencia y acción de María. Desde el inicio de su labor pastoral, el Padre Kentenich se situó en esa perspectiva que ha señalado, con tanta claridad, el Espíritu Santo a través de los papas. Su convicción de la actualidad de María en nuestro tiempo, es el resultado de su experiencia personal, porque desde su infancia experimentó, paso a paso, el amor y el cuidado maternales de María y a ella se entregó filialmente en sus manos de educadora. Descubrió en ella el ideal de la personalidad cristiana capaz de responder a la problemática del hombre moderno. Por eso, invitó a los suyos a sellar con María una Alianza de amor. 


Madre Tres Veces
 Admirable de Schoenstatt
     El movimiento apostólico de Schoenstatt nace del amor a María, crece y se fortalece en la medida en que se arraiga profundamente en ese amor, y se sabe portador de un carisma y una misión Mariana para el tiempo futuro. Su gran misión es hacer nacer a Cristo en nuestros corazones y preparar el advenimiento de su reino. La Virgen María es la gran educadora de los cristianos, conducirá la Iglesia hacia su renovación, para hacerla alma de una nueva cultura[16].




[1] Daniela Ramírez Aguilar. ¿Puede la Virgen María ayudarnos a educar a nuestros hijos en la fe? Trabajo para el curso de mariología 2010. Instituto Padre Kentenich, San José de Costa Rica.  P.1.  http://ebookbrowse.com/4-ramirez-aguilar-daniela-puede-la-virgen-mara-ayudarnos-a-educar-a-nuestros-hijos-en-la-fe-pdf-d166787767
[2] Pablo VI Exhortación apostólica Marialis cultus para la recta ordenación desarrollo del culto a la santísima Virgen María, núms. 27 y 28 (2 febrero 1974).
[3] Pablo VI Exhortación apostólica Marialis cultus para la recta ordenación desarrollo del culto a la santísima Virgen María, núm. 28 (2 febrero 1974).
[4] Véase Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris Mater sobre la bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina (25 III 1987), núms. 18 y 28
[5] Juan Pablo II, Catequesis sobre la Virgen María, Madre de Jesús, en  L’Osservatores Romano, edición semanal en lengua española del 16-IX-1995.
[6] Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 60
[7] Cf. Juan Pablo II Primer Radiomensaje Urbi et orbi (17 octubre 1978): AAS 70 (1978), 927
[8]  San Luis María G. de Monfort, “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen 120, en Obras, Madrid 1954, p.505s. “Como quiera que toda nuestra perfección consiste en el ser conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de la devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, nos une y nos consagra lo más perfectamente posible a Jesucristo. Ahora bien, siendo María, de todas las criaturas, la más conforme a Jesucristo, se sigue que, de todas las devociones, la que más consagra y conforma un alma a Jesucristo es la devoción a María, su Santísima Madre, y que cuanto más consagrada esté un alma a la Santísima Virgen, tanto más lo estará a Jesucristo”.
[9] Juan Pablo II, Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (16 X 2002) núm 15.
[10] Juan Pablo II, Catequesis sobre María, educadora del Hijo de Dios, en  L’Osservatores Romano, edición semanal en lengua española del 16-XII-1996.
[11] Editorial "Lo que es la Virgen María, según el Papa Francisco,  en quince rasgos, a la luz de su alocución en la basílica de Santamaría la Mayor de Roma ante la Salus Populi Romani, el sábado 4 de mayo de2013. REvista Ecclesia. Blog del Director. http://www.revistaecclesia.com/lo-que-es-la-virgen-maria-segun-el-papa-francisco-en-quince-rasgos/ (consultada 2 julio 2013)
[12]  P. Nicolás Schwizer. La hora de María,  en Homilías del Padre Nicolás Schwizer, Instituto de los Padres de Schoenstatt.http://es.catholic.net/escritoresactuales/854/184/articulo.php?id=42189
[13] Juan pablo II. Culto y devoción a la Virgen María Catequesis de Juan Pablo II (15-X-97) L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 14-XI-97] http://www.franciscanos.org/jpabloII/jpiicultovirgen.html
[14] Rafael Fernández de A. La imagen de María según el padre Jose Kentenich, Argentina 2010, p. 52.
[15] Daniela Ramírez Aguilar. ¿Puede la Virgen María ayudarnos a educar… p.2-3
[16] P. Nicolás Schwizer. La hora de María  .

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