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lunes, 30 de noviembre de 2015

8 diciembre de 2015, día de la Inmaculada e inicio del año Santo de la Misericordia

Inmaculada, F. Zurbarán, 1661
El 8 de Diciembre, día de la Inmaculada, es un día en el que se nos invita a dirigir nuestra mirada a María, este año, además, es la fecha de inicio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, hasta el 20 de noviembre de 2016. También coincide con el Adviento, el tiempo de la espera, tiempo en que anhelamos la venida del Señor como lo hizo María, tiempo en que preparamos nuestro corazón para acoger a “aquel que nos salva”, al único capaz de librarnos de nuestras esclavitud,  y este año llega hasta nosotros con una llamada muy especial: el año Santo de la Misericordia. 
 

     Dios Padre, que se revela a Moisés como un dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad, no ha cesado de manifestar a lo largo de la historia de la salvación, en diversos modos y circunstancias, su naturaleza divina, y cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, en la plenitud de los tiempos, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre, quien lo ve a Él ve al Padre. Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios

   El papa nos recomienda que custodiemos nuestro corazón para estar atentos y percibir cuando la gracia de Dios llega a nosotros, no sea que no la reconozcamos y pase de largo. Debemos estar atentos para comprender el tiempo de Dios, estar preparados para comprender cuando Dios pasa y saber recibirlo por nuestro corazón. De ahí la importancia de “custodiar el corazón de nuestras pasiones”. Y es que tenemos muchas pasiones en el corazón, demasiadas: la soberbia, la ira, el egoísmo, la vanidad, la idolatría a tantos y pequeños ídolos de lo cotidiano que nos absorben, un erróneo sentido de la dignidad personal... Para custodiar el corazón necesitamos eliminarlas y sustituirlas por la humildad, la paz, la serenidad, la pureza, la magnanimidad, la amabilidad. En realidad se trata, dice Francisco dejar espacio a la «humildad, benevolencia, paciencia que sólo mira a Dios y tiene el corazón abierto al Señor que pasa»

     Para aprender a custodiar nuestro corazón nadie mejor que la gran maestra que guardaba todo lo que decía Jesús en su corazón, la Virgen María. Ella es la gran educadora, que decía padre Kentenich, capaz de obrar milagros en nuestra transformación interior, en enseñarnos a ser humildes y crecer en espíritu de servicio como “servidores del Señor”, y si no lo conseguimos Ella nos muestra el camino de la entrega confiada a Dios nuestro Padre y nos enseña a sumergir nuestra miseria en la misericordia de Dios. 
 

     Podemos invitar a María en este Adviento a que nos visite, a que venga a nuestras casas como Virgen Peregrina, ella es también una puerta de la Misericordia de Dios por la que se cuela en nuestras casas para llegar a todos los rincones de nuestro corazón y el de nuestros seres queridos, y que haga de cada uno de nosotros puertas de misericordia para los demás ayudándonos a poner en prácticas las Obras de Misericordia. En María vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importanrtes. En esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hcia los demás, es lo que hace de la Virgen María, un modelo eclesial para la evangelización(1).


(1) Homilia del papa Francisco en el congrteso: "La Virgen icono de la belleza de Dios" Roma, 20 noviembre, 2014, http://santopadrefrancisco.com/francisco-a-las- academias-pontificias-aprendamos de maría.








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