1. María, la Madre de la nueva Evangelización
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María es la Madre de la Iglesia misionera . Pentecostés, de J. B. Maíno (1616-1620) |
Los Hechos de los apóstoles nos narran que María se reunía con los discípulos de Jesús e invocaba al Espíritu Santo, de este modo se hizo posible la explosión misionera de Pentecostés. María es la Madre de la Iglesia misionera, a partir de aquí estamos en condiciones de comprender el espíritu de la nueva evangelización.
2 . María, madre nuestra, el regalo de Jesús a su pueblo
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"Ahí tienes a tu madre”,
un regalo de Jesús a su pueblo
B. E. Murillo, La Crucifixión. |
El evangelio de Juan, al relatar los últimos momentos de la vida de Jesús nos acerca al misterio de la especial misión salvífica de María. Jesús estaba en la cruz, eran los cruciales momentos en los que se iba a consumar la obra que el Padre le había encomendado, en ese dramático momento en el que experimenta el drama del encuentro con el pecado del mundo y la misericordia divina, también experimenta la consoladora presencia de la
madre y del amigo. A María le dijo: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, y
luego al amigo amado: “Ahí tienes a tu madre”. Estas palabras no son sólo expresión de una
preocupación piadosa hacia su madre, sino que más bien son una fórmula que
revela el misterio de una especial misión salvífica. Al borde de su muerte Jesús nos deja a su madre como madre nuestra, entonces fue cuando pudo sentir que “todo estaba cumplido”.
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Dolorosa. María sintió el dolor y nos enseña a comprender las penas |
El papa Francisconos puntualiza que en aquella
hora suprema de la nueva creación, Cristo nos lleva a María porque no quiere
que caminemos sin una madre, al Señor no le agrada que falte en la Iglesia el
icono femenino. María engendró a Jesús en la fe, y acompaña al resto de sus
hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y dan testimonio de Jesús. María
nos enseña que, con pobreza y mucha ternura, se puede transformar una cueva de
animales en la casa de Jesús. Ella que se declara la esclavita del Padre nos
enseña a estremecernos en su alabanza. Ella nos enseña a estar siempre
atentos a los demás para que no falte el vino de la alegría en nuestras
vidas. María sintió el dolor de una espada en su corazón y nos enseña
a comprender todas las penas. Ella nos enseña a no perder la esperanza
hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a
nosotros, abre con ternura materna nuestro corazón a la fe y nos acompaña por
la vida; una vida en la que luchará con nosotros sin dejar de derramar incesantemente
la cercanía del amor de Dios[4].
3. La Estrella de la nueva evangelización.
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María se dejó conducir por el Espíritu
en la fe hacia el servicio.
Alessandro Allori, Anunciación, 1603 |
La Constitución dogmática Lumen gentium del Vaticano II nos señalaba que María es la mujer de fe, que vive y peregrina en la fe, y Juan Pablo II, en Redemptoris Mater, nos decía que su excepcional peregrinación en la fe es un punto de referencia permanente para la Iglesia. Hoy el papa Francisco nos invita a detener en María nuestra mirada, porque ella se dejó conducir por el Espíritu, en un itinerario de fe, hacia un destino de servicio y fecundidad, y ella nos ayudará en el proceso evangelizador, ella nos ayudará a saber anunciar a todos el mensaje de salvación y a convertirnos en agentes evangelizadores. Sabemos que en el proceso evangelizador hay momentos de gran aridez, de oscuridad y de cansancio, pero también María los experimentó durante los años que vivió en Nazaret mientras Jesús crecía. María, nos señalaba Juan Pablo II, permaneció en intimidad con el misterio de su Hijo y avanzando en su itinerario de fe.
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María, durante su estancia en Nazaret, vivió su itinerario de fe. |
Jesús nos regaló a su madre para que caminásemos con ella. El pueblo de Dios ha leído en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio, y a esa madre del Evangelio viviente le pedimos, nos invita el papa Francisco, a que la nueva evangelización sea acogida por toda la comunidad eclesial.
4. Justicia y ternura, contemplar y caminar hacia los demás: María, un modelo eclesial para evangelizar
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La ternura es virtud de los fuertes. Detalle de María de mano de Jesús en "Las dos trinidades",
de Bartolomeo Veneto |
En María vemos, nos aporta el papa Francisco, que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Cada vez que miramos a María podemos volver a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. Esto pone un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. María nos enseña a poner calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia, a la vez que alabamos a Dios porque “derribó de su trono a los poderosos” y “despidió vacíos a los ricos” (Lc 1, 52.53)
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María es Nª Señora de la Prontitud. María en casa de Isabel , Robert Anning Bell 1917 |
María conserva cuidadosamente “todas las cosas meditándolas en su corazón” (Lc 2,19) y así nos enseña a saber reconocer las huellas del espíritu de Dios en los acontecimientos históricos y en los que parecen imperceptibles. María es contemplativa del misterio de Dios en el
mundo, en la historia y en nuestra vida cotidiana. María es la mujer orante y
trabajadora. María es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo
para auxiliar a los demás sin demora (Lc1,39)
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El Resucitado hace nuevas todas las cosas Cristo resucitado de Bramantino, s. XV |
Esta dinámica de búsqueda de la justicia y ternura, de contemplar y alabar a Dios, y de salir con prontitud hacia los demás y caminar con ellos, es lo que hace de María un modelo eclesial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo. Es el Resucitado quien nos dice, con una potencia que nos llena de inmensa confianza y de firmísima esperanza: "Yo hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5).
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Con María buscamos nuevos caminos
de evangelizar para llegar a
las periferias más alejadas |
Con María avanzamos confiados hacia esta promesa y le pedimos nos ayude a decir nuestro “sí”, y nos consiga un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte, nos de la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga, para que la iglesia no se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino. Que nos ayude a ser personas resplandecientes dando testimonio de comunión, servicio, justicia y amor a los pobres, llegando hasta los confines de la tierra y llevando su luz a las periferias más alejadas.
Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.