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martes, 18 de marzo de 2014

CON MARÍA EN EL CAMINO DE LA CRUZ. EL VIACRUCIS DE P. KENTENICH

1. Meditar de la pasión y renovar nuestra fe en la muerte redentora de Cristo[1]


Padre José kentenich
El Vía Crucis de Schoenstatt, o Viacrucis del Instrumento forma parte del conjunto de oraciones de libro Hacia el Padre, escrito por el padre Kentenich en septiembre de 1944, cuando estaba en el campo de Concentración de Dachau. Él lo escribió en forma de versos para poder soslayar la vigilancia del campo de concentración y que el texto pudiera llegar a sus destinatarios. 

Escrito en un contexto histórico y existencial completamente inhumano -no tan lejos del nuestro-, el viacrucis, con el resto de las oraciones del libro Hacia el Padre[2], son documentos que aportan la confianza en la acción transformadora del Espíritu Santo y en la fuerza que nos transmite para cambiar cualquier situación inhumana en fuente de vida[3]



Jesús clavado en la Cruz. 
Jerzy Duda Gracz, Viacrucis 
Mº de Nª Sra. de Czetochowa
Estos tiempos que vivimos, en muchos aspectos son tan inhumanos como aquellos en lo que vivió Jesús en Palestina, o padre Kentenich en la Alemania del nazismo, en los que parece prevalecer la muerte, la locura y la esclavitud, como señalaba el padre Kentenich para Dachau. De ahí que la meditación de la pasión nos sirve para renovar nuestra fe en la muerte redentora de Cristo, nuestra confianza en  la acción transformadora del Espíritu Santo y alimentar nuestra esperanza escatológica porque el pecado y la muerte no tienen la última palabra, la Resurrección de Cristo anuncia otras mañanas de Pascua. 

El Viacrucis está escrito a dos coros en el que el primero m
Jesús cae bajo el peso de la Cruz
Jerzy Duda Gracz, 

Viacrucis de Nª Sra. de Czetochowa.
uestra siempre al Señor desde el punto de vista del misterio tal como sucedió en Palestina, en vida de Jesús, mientras que el segundo coro traduce el mismo misterio en el acontecer de los tiempos, en nuestro propio tiempo donde se sigue dando el enfrentamiento entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Para padre Kentenich hemos de mantener nuestro pulso poniendo siempre una mano en el corazón de Dios y otra en los signos de los tiempos.

Cruz de la Unidad de Schoenstatt
Hay que destacar el especial énfasis que pone padre Kentenich en el Viacrucis, en señalar la íntima unión entre Cristo y María, la que aplasta la cabeza a la Serpiente, la segunda Eva. Y la constante presencia de la Santísima Trinidad en su referencia a la redención.La meditación del viacrucis nos lleva a plasmar nuestro amor a María de modo que el misterio de la Santísima Trinidad y el de la redención lleguen a ser nuestros misterios preferidos  y nos conviertan en ardientes apóstoles de los mismos

.
Todo el Viacrucis es una preciosa orientación de cada estación a las características de la piedad instrumental, de la piedad de cada uno de nosotros como “instrumento” de María para la transformación del mundo. No obstante me voy a detener solamente en aquellas estaciones en las que se hace mención de forma expresa a la intervención de la Virgen en este drama de la pasión visto desde el camino hacia la Cruz: cuando Jesús encuentra a su madre, cuando Jesús, antes de morir nos regala a su madre y, cuando ya muerto, es depositado en brazos de su madre.
En la oración introductoria del Vía Crucis, y a lo largo del mismo, se hace referencia al enfrentamiento entre las “dos grandes potencias que hacen la historia del mundo: de un lado, Cristo y su Madre (con el encargo del Padre de ser la Colaboradora Permanente de su Hijo); y del otro lado, el Demonio y sus cómplices. Entre ambos, el hombre”[4]. La meditación del Vía Crucis, señala padre Kentenich, nos motiva para decidirnos con toda el alma a favor de las potencias divinas.   

2. Ir de la mano de María acompañando al Redentor.


Encuentro del Nazareno con su Madre,
 de Francisco Ribalta 1612, 

Museo de Bellas Artes (Valencia) 
En la oración introductoria le decimos al Padre, que queremos ir de la mano de  María, nuestra Madre, acompañando al Redentor del mundo y en su lucha a muerte ver esos poderes que actúan en todos los sucesos de la historia. Con una mano en el corazón, mirando lo sucedido a Jesús en la Palestina del siglo I, y la otra en el pulso de los tiempos queremos descubrir esos poderes del mal que se oponen a la vida, a una concepción del mundo en la que tiene cabida Dios, la fe, la religión, la moral, la ética, la justicia, el bien común.
Dolorosa con las manos abiertas, 
Tiziano 1555, Museo del Prado
 Madrid 
Le pedimos al Padre que nos ayude, con María, a ofrecerle al Señor como instrumento nuestras débiles manos, a quien, por amor a nosotros, Él constituyó para enjuiciar a Satanás, para redimirnos del pecado y de la muerte. Contemplando la Pasión me veo situada, como señala padre Kentenich, “entre esos dos grandes poderes que se proscriben mutuamente en una eterna lucha, y, con eterna libertad, una vez más me decido por Cristo ahora y para siempre” y le digo:
Concédeme abrazar con el Señor alegremente la cruz e ir por los caminos de la Inscriptio[5] sin vacilación, para que, como esposa, me asemeje al Esposo para su reino de Schoenstatt[6]. Te imploro, Señora tres veces Admirable, contemplar la profundidad del corazón de Cristo y, en medio de un mar agitado por el odio, acompañarlo con el ardiente fuego de tu amor”.

3. María nos enseña que incluso en el dolor se mantiene el FIAT.


Jesús se encuentra con su madre, escena 
de la película "La pasión", de Mel Gibson
.
Jesús había sido condenado a muerte, cargado con la cruz y caído por primera vez, camino del Calvario se encuentra con su Madre. Padre Kentenich nos indica que en aquel difícil camino no podía faltar María, su permanente Cooperadora en la salvación de los hombres, puesta por el Padre a su lado, como en el momento de la Creación puso a Eva junto Adán como compañera.¡Qué inmenso dolor debió de envolver el corazón de María y el corazón de Jesús!, hechos por y para el amor, y viendo como el odio, el pecado del mundo los separaba, pero nada pudo arrancar ni de Jesús, ni de María la decisión de “atenerse inconmovibles a la voluntad del Padre y recorrer juntos el camino del sufrimiento”.


Inmaculada Concepción, J. B. Tiépolo
Desde entonces, a lo largo de los siglos, hoy mismo cada vez que el mal, la injusticia, la opresión, la muerte, el odio, la persecución de la fe y de todo lo religioso, la calumnia o como expresa padre Kentenich, “cada vez que se alza la humareda del fuego infernal”, el Señor se sirve de María, “que pisa la cabeza de la Serpiente, para reprimir, por la palabra de una mujer, a la Bestia que abre sus grandes fauces de dragón”. El Señor quieres salvar a los hombres y mujeres de hoy y de siempre, para ello quiere encadenarlos con cadenas de amor, como María, como Jesús, a la voluntad del Padre. María es y será siempre el  “imán, al cual nuestro corazón difícilmente podrá resistir”.

Al rememorar la escena del encuentro de Jesús con su madre le decimos, de mano de padre Kentenich:
“Por ti, Señor Jesús, con María, tu Madre y Compañera, la que vence a la serpiente pisando su cabeza, concédenos ser, en el Espíritu Santo, instrumentos del Padre, para construir aquí en la tierra su reino de Schoenstatt”.

4. Jesús antes de morir nos regala a su Madre


Calvario de la Inquisición, 
de Antonio del Castillo, 
Museo de Bellas Artes 

(Córdoba, España)
Jesús antes de entregar su espíritu al Padre y exhalar su último suspiro, mientras, moribundo, está “suspendido entre  cielo y tierra para que surja una nueva creación de amor”, nos regala a su Madre para conducirnos de forma rápida y segura hacia Él: “¡Ahí tienes a tu Madre!” “¡Ahí tienes a tu hijo!”. 
Contemplo la imagen de Jesús clavado en la cruz y haciéndome ese gran regalo. El Jesús, que con la fuerza de sus palabras sacude y despierta las conciencias, ha sido clavado al madero del desamparo y la ignominia por los hombres que se aferran a sus bienes,  a su poder, a su prestigio, y cuyas posesiones desplazan la verdadera imagen de Dios, ellos no comprenden la plenitud de su Obra, no han captado su luz. Ellos también prescinden de María.  Y al contemplar al Crucificado le digo que:
Mirar con amor tu cruz me sirva cada vez para no confiar más en el dinero y en los bienes materiales, y poder así con facilidad, entregarme totalmente a ti y a María Madre, con el corazón y el pensamiento”.


5. El amor redentor impulsa al sacrificio.


Jesús en brazos de su Madre, 
escena de la película "La Pasión", 
de Mel Gibson.

La decimocuarta estación nos sitúa en la escena en la que Jesús es depositado en el regazo de María. Jesús, que tan profunda y tiernamente estaba unido a María, “después de vencer a la muerte y al Demonio”, fue depositado en su regazo maternal. María había ofrendado a Cristo para luz y salvación nuestra, el amor redentor impulsa al sacrificio, en esa entrega se ha consumado la obra de la redención. 

El Cuerpo de Cristo en brazos 
de su Madre, de Jerzy Duda
 Gracz,  Viacrucis  del Mº  de la
 Virgen de Czestochowa (Polonia)
De la contemplación de este misterio saco la certeza que en esta entrega está el “profundo sentido de todos  los sufrimientos que el amor del Padre tan abundantemente nos depara”. Cuando María, la segunda Eva, nos aclara padre Kentenich, aceptó la muerte de Jesús, comprendió “cada sufrimiento de los herederos de Adán y se preocupa con solicitud maternal de que cada dolor haga más plena la obra de la redención”. Y le pido al Señor:

“Quiero permanecer fiel como un niño a esa Madre e inscribir su nombre profundamente en los corazones; entonces el dolor que recorre todos los pueblos surgirá hecho un jubiloso y armonioso canto de redención”.

“Concededme entregar a los pueblos, como el signo de redención, tu cruz, Jesucristo, y tu imagen, María. ¡Que jamás nadie separe lo uno de lo otro, pues es su plan de amor el Padre los concibió como unidad!”




[1] Este escrito es una breve reflexión sobre algunas escenas del Vía Crucis del padre Joseph Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt. Es casi una transliteración de sus textos
[2] P. Joseph Kentenich. Hacia el padre. Oraciones para el uso de la familia de Schoenstatt. Nueva Patris, Chile, 2009, 251 p.
[3] P. Joaquín Alliende Luco, Prólogo a la edición castellana, en P. Josef Kentenich. Hacia el padre, p. 14.
[4] P. Josef Kentenich. Hacia el Padre, 76.
[5] Inscriptio. Expresión que tiene su origen en una designación del amor como “inscriptio cordis in cor”, una mutua inscripción de corazones. El P. Kentenich la usa para indicar un crecimiento en la Alianza de Amor, según el cual no sólo se acepta la cruz, sino que, por amor, es solicitada en tanto cuanto esté contemplada en el plan divino. P. J. Kentenich, Hacia el padre, p. 220.
[6] “Las expresiones “Schoenstatt” y “reino de Schoenstatt designan a la familia de Schoenstatt en su identidad particular, pero siempre como miembro vivo de la iglesia y en su condición de símbolo conducente a ella”. P. Joaquín Alliende Luco, Prólogo a la edición castellana, en P. Josef Kentenich. Hacia el padre, p. 11

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